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martes, 26 de febrero de 2013

Feelings

Kiwi jendels
Hace exactamente un año finalizaba mi etapa en Nueva Zelanda. Entonces comenzábamos una nueva experiencia en nuestra vida: viajar de mochilero, concretamente por el sudeste asiático, y no nos dolió mucho dejar el país aunque sí a los amigos que posiblemente no volvamos a ver en persona. Desde ese día han pasado muchas cosas y al mismo tiempo pocas cosas. Volvíamos a España con la ilusión de ver a la familia, a los amigos e intentar retomar nuestra anterior vida pero con los cambios que se habían producido en nuestras personas después de dos años alejados del estereotipo de vida en España. Sin duda, habíamos cambiado. Nuestros principios y prioridades no eran los mismos que cuando partimos. El estilo de vida y la cultura kiwi nos hicieron ver en qué posición debería estar el trabajo dentro de la vida de cada uno, nos permitió descubrir el valor real de las cosas, nos enseñó a disfrutar de la vida personal (en España nos habíamos dejado llevar y habíamos entrado en la peligrosa espiral de vivir para trabajar y no trabajar para vivir); también nos permitió disfrutar de experiencias que no habríamos imaginado hacer en España (ese viaje de dos meses en furgo fue algo espectacular).

Un año después, mientras escribo esta entrada, pienso, recuerdo y añoro mi vida en Nueva Zelanda. La seguridad, el vivir sin prisas, la naturaleza, la no corrupción (ya no hablo de crisis que puede suceder en cualquier lugar sino de la corruptela existente a todos los niveles en España; no sólo a nivel políticos, todos y cada uno debemos mirarnos el ombligo y pensar en qué manera y cuantas veces hemos podido defraudar, o al menos cuantas veces lo hemos pensado)....muchas cosas, incluso hasta la comida, bueno sólo algunas recetas kiwis y, por supuesto, la barbacoa en el jardín de casa.

¿Y qué ha sucedido desde entonces? Pues mucho y poco. El alucinante viaje recorriendo Tailandia, Camboya y Asia. Bangkok, Chiang Mai, Koh Chang, Siem Reap, el río Mekong, Saigon, Hanoi, Hoi An, las tumbas de Hue, los viajes nocturnos en tren o autobus cama, la comida, el bullicio, la tranquilidad, el regateo... Me enamoré de esa zona y de las personas que la habitan, de su comida y de su pasión por la vida. Por supuesto, volveré si mi bolsillo me lo permite. Espero que así sea y no tarde mucho en cumplir este deseo.

Después poco más hemos hecho; buscar empleo en este país donde leer, escuchar o ver las noticias te genera tristeza y desaosiego. Al principio  empezamos con mucho entusiasmo, el cual fue desapareciendo a medida que me quedaba a las puertas de algún puesto de trabajo que ilusionaba y desapecían las entrevistas y opciones laborales. Entré en la peligrosa rueda del parado. La de no hacer nada y no apetecerme hacer nada. Al menos me animé a hacer el Camino de Santiago. Gran elección y acierto. Allí me volví a ilusionar por algo aunque fuera caminar para llegar al final de cada etapa para encontrarme con el resto de peregrinos. Allí conocí gente estupenda con diferentes historias que te hacen pensar y recapacitar qué haces en la vida y a donde vas. Pero todo se acaba y volví a esa rueda, a ese peligroso laberinto del desempleo que unido a echar de menos ese "día a día"  y a ciertas personas del Camino, provocaron que la cuesta arriba se hiciera más pronunciada y difícil.

 Han ido pasando los meses hasta llegar a Febrero. Nos habíamos fijado esta fecha como tope para tomar una medida, que era buscarnos la vida en otro país. Y en eso estamos. Lo que pasa es que con el año nuevo hay nuevos presupuestos y parece que las empresas se están animando un poco ahora. Han surgido nuevos procesos, nuevas entrevistas pero por el momento todo es incertidumbre. A día de hoy no sé si nos iremos esta semana para el Reino Unido o  nos quedaremos en Bilbao. Es una sensación inquietante, esa incertidumbre de no saber cuál va a ser tu futuro en los próximos días (ya no hablo los próximos meses) es insoportable. Que sea lo que tenga que ser pero ya, por favor.

Muchas veces pienso cómo nos iría la vida por Nueva Zelanda si hubieramos seguido allí. Mirar atrás no sirve para nada pero siempre te surgen esas preguntas. Ahora toca mirar el futuro, ilusionarnos con futuros proyectos...de los cuales no tenemos ni idea sobre qué versarán. Surgen preguntas en nuestras mentes. ¿Quienes somos? ¿Qué hacemos? ¿A donde vamos? Ya lo veremos. Aunque una cosa tenemos clara. No cambiaríamos lo vivido en esos dos años por ningún trabajo actual.

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