6.00 am. Buenos días. Es hora de levantarse ya que tenemos que estar a las 7.25 en la terminal del ferry que nos llevará de Wellington hasta Picton, principal puerta de entrada marítima a la isla sur. Como no, abro la cortina y veo un bonito alba. Esto no lo tienen los hoteles de 5 estrellas, aunque sí una duchita de agua caliente. Una cosa por otra. Duchas podré pegarme muchas en mi vida, ver estos amaneceres...pues no.
La La mañana está fría pero no como la anterior, cogemos carretera y en 5 minutos ya estamos en la cola y nos ponemos a desayunar como buenos domingueros. En 50 minutos nos adentramos en las profundidades del Katitaki que es como se llama el barquito que nos ayudará a pasar el estrecho de Cook entre ambas islas. Rosa se decide tomar un café y yo a caminar por los intestinos del Kaitaki. No está mal para 3 horas de viaje: cine, restaurante, cafetería, zonas de juegos, zonas para sentarse al aire libre, que por cierto está helador.
Después de las fotos de rigor no hay nada que hacer así que me pongo a leer un libro, Rosa está haciendo los crosswords y dejamos transcurrir el tiempo mientras vemos como poco a poco nos acercamos a las cumbres nevadas del norte de la isla sur.
Tras desembarcar en Picton nos damos una vuelta por esta pintoresca ciudad, enfocada como no al turismo. Para algo es la puerta de entrada a la isla. Toda la zona del puerto está muy bien cuidada y se ve que están mejorando la ciudad a pasos agigantados. Tras la vuelta de rigor, decidimos coger la Charlotte Sound Road que bordea el fiordo y cada 2 minutos te encuentras con unas vista mejor. Encontramos un enclave en el que decidimos que vamos a pasar la noche.
Estamos un rato en el que nos planteamos incluso pegarnos un bañito pero vemos de repente una plaga de medusas, las dejaremos que se bañen ellas solas junto a las estrellas de mar, mejillones, vieiras, patos y demás fauna presente en el lugar. Cuando estamos haciendo la cena aparecen como no todos los patos del mundo para comer. Sí, parece que les gusta el olor a hamburguesa, lamentablemente no la van a catar. Tras la cena los patos se van por donde vinieron pero aparece un nuevo amigo, Weka, ave nativa amenazada. Después de hablar con un local nos imaginamos porque está amenazada. Se lleva todo lo que encuentra: llaves, bolsa de basura (que es lo que intentó con nosotros), ropa, zapatillas, todo. No tiene ningún miedo al hombre, y con razón porque tiene un pico que acoj... Tras una breve charla con el señor, que nos confirma que podemos dormir sin problemas (a pesar de la señal de prohibido acampar, aunque creemos que se refiere a otra zona del lugar con mesas y bancos) nos vamos a la camita a leer un rato y a probar el nuevo sistema antimosquitos que nuestro cuñado, Félix, ha patentado: untar con Literine los bordes de las ventanas y puertas por los que puedan entrar los micromosquitos al interior de la van, y además poner un recipiente abierto con dicho elemento radiactivo en el interior. Mañana os diremos el resultado. Good night, buenas noches, boas noites, gabon denoi.
(Fotos del Queen Charlotte Sound en la siguiente entrada)
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