¿Qué decir de este lago y del pueblo que ha adoptado su nombre? Pues que nos ha encantado y tras dar una pequeña vueltecita por la isla sur lo hemos catalogado como nuestro sitio preferido en toda la isla y, de momento, en NZ. Todo el mundo nos pregunta por el sitio que más nos ha gustado, y nosotros respondemos que Wanaka (http://www.lakewanaka.co.nz/ ), ante lo cual todo el mundo mueve la cabeza afirmativamente con una mirada cómplice.
La vida de esta pequeña localidad gira en torno al turismo, en verano en torno a su lago y las rutas de trekking en el Mt Aspiring National Park, y en las cercanas pistas de esquí en invierno ya que cuenta con 4 estaciones de esquí en sus alrededores (Treble Cone, Cardrona Alpine Resort, Snow Park and Snow Farm). Indirectamente también tiene un importante peso la construcción de viviendas, lógicamente para esos turistas que adoptan este pueblo como segunda residencia, y para los jubilados que están viniendo a residir de manera permanente. Ha tenido un crecimiento importante; tal es así que la guía que tenemos de NZ fijaba una población de 3500 habitantes en 2008 y en la actualidad supera los 6000, según datos de un local. De hecho están orgullosos de su tasa de natalidad de 15 niños al mes.
Tiene las mismas características que su vecina Queenstown pero de momento no tiene la misma actividad y ello se agradece. Se respira una calma similar a la que vivimos en Te Anau . Pero tiempo al tiempo, no llegará a convertirse en un Queenstown (es mucho decir) pero no se le quedará a la zaga.
En lo que ya le sigue los pasos a Queenstown es que se ha convertido en una ciudad cara para vivir y, en nuestro caso, para repostar tanto para nosotros como para Little. Aún así pronto nos encandiló con sus encantos.
Nuestro primer día allí fue puramente de relax, con su correspondiente “picnic” en la orilla del lago con baño incluido, paseitos varios y barbacoa para cenar también junto al lago. Cuando volvimos al pueblo nos encontramos de nuevo con los pingüinos pirenaicos que nos contaron sus sufrimientos para poder llegar al valle de Cardrona; seguro que sufrió más nuestra furgo que ellos, menudos máquinas!
Nuestro hotel este día se ubicaría en la colina ubicada en la parte derecha del pueblo donde están haciendo una ampliación urbanística que ya le gustaría al Pozero. No es tan grande como las promovidas por el susodicho pero mucho más lujosas, chalets con terreno y unas vistas impresionantes, y de a millón para arriba (de dólares kiwis, eso sí).
En la parte superior no está todavía en marcha la construcción pero sí que está aparcelada y todas las infraestructuras en marcha, así que era un sitio perfecto. Y tanto que lo fue sobre todo por la mañana cuando el amanecer nos brindó con imágenes como estas.
El plan para este segundo día era reconocer el territorio de la otra orilla del lago sin entrar mucho en el Mt Aspiring National Park ya que ello nos implicaría hacer 80 kilómetros por carretera de grava y nos parecía un poco de más para nuestra maltrecha y sucia Little. Había que darle un respiro, así que cogimos carretera y llegamos hasta donde el pavimiento dejaba su lugar a las piedras. En el camino hicimos varias paradas. ¿Por qué? Como una imagen vale más que mil palabras, aquí os muestro alguna imagen.
En una de esas paradas había algún track que otro, así que yo me decidí hacer el que sube al Mt Roy desde el cual puedes ver detrás de tí los picos de Mt Aspiring NP y por delante el lago, que a esas horas mostraba una calma que se agradecía. Tal paz se rompió pronto por la aparición de numerosas lanchas por el lago. Era sábado, los kiwis son madrugadores y navegar o hacer ski acuático por el lago es uno de los hobbies preferidos en Wanaka, así que blanco y en botella....rompieron la tranquilidad que reinaba en el agua y por lo tanto imposibilitaron hacer fotos chulas con reflejo y esas cosas.
En la subida me dí cuenta de nuevo del lamentable estado físico en el que me encuentro. Cuando llevaba 2/3 partes de la misma (creo que son 3 horas, ahora mismo no tengo internet y no lo puedo mirar) y pude vislumbrar el lago, me retiré a retaguardia y bajé al coche cual rayo. No había que perder tiempo que había seguir camino. Poco más avanzamos porque poco más adelante la carretera deja de perder su nombre para pasar a camino de grava. Los territorios de Isender (se escribe así????) quedaban en la lotananza y no accederíamos a ellos. Paramos justo en el desvío para acceder a la estación de esquí de Snow Farm, adoptada en verano por los aficionados al parapente como pudimos comprobar. Había en el aire más gente con parapente que pájaros. Bueno no voy a ser tan exagerado pero sí que vimos al mismo tiempo al menos a 8 personas deslizándose por el aire.
Era hora del lunch (seáse, que había que comer) y no nos apetecía cocinar, así que nos tocaba el fish/chicken and chips de rigor. A medida que avanzábamos recordamos la barbacoa que había al otro lado del lago. Lógicamente la balanza cambió drásticamente de posición y allí fuimos a pegarnos un ligero homenaje. Ya sabéis que soy un amante de las barbacoas aunque las públicas de aquí son como una especie de plancha calentadas con gas. Hablando de barbacoas, qué recuerdos de Gijano, Jintxe, ¿te acuerdas del pintxo de grasa, eh???; y luego que no podíamos jugar a basket de la tripada que teníamos; las del Queen Castle no se quedaban a la zaga. Viva el carbón y la madera en la parrillas!!!
Pues nada, llegamos al lugar y está repleto de gente, lanchas y...la barbacoa ocupada. Damn it! Con el hambre que tenemos pero rápidamente Rosa fue a poner orden y nos dejaron sitio. Básicamente sólo estaba ocupada una pero habían ocupado todo el espacio.
Después de comer, Rosa decidió ir a la “habitación” a echarse la siesta y yo me quedé mirando ensimismado la gente con sus lanchas, haciendo esquí acuático (con un esquí, con dos, con tabla, con todo lo que os podáis imaginar). Los vecinos me dijeron si quería ir con ellos en la lancha, así que raudo y veloz me monté con ellos (no se fueran a arrepentir) y allá fuimos a dar una vuelta por el lago. No veáis como corren las endemoniadas, pequeñas pero matonas. No sé si me preguntaron si quería probar con los esquís (porque rápido hablaban un rato, más que tú, Pedro) pero mejor porque el ridículo hubiera sido mayúsculo. Allí todo el mundo parecía que dominaba el arte de “patinar” por el agua.
Tras despertarse Rosa decidimos que, a pesar de que nos quedaríamos allí un añito más, nos teníamos que ir hacia el siguiente destino, la West Coast. Para ello deberíamos tomar la highway 6, bordeando el lago gemelo, Lake Hawea, reencontrándonos después con el Lake Wanaka, pasando por Makarora, para adentrarnos de nuevo en el Mt Aspiring National Park, el Paso de Haas y llegar por fin a la localidad de Haas, ya en la West Coast.
Así que carretera y manta, con pena en nuestras cabezas y nuestros corazones. Pronto vimos al gemelo pero éste estaba un poco más revuelto y el viento rondaba por el lugar. Desde la carretera vimos una autocaravana y allí fuimos en búsqueda de un nuevo sitio donde pasar la noche. El sitio estaba genial pero pronto nos dimos cuenta que nos acercábamos a la West Coast. Aparecieron las malnacidas de las Sandflies. No sé si he hablado de ellas pero son una especie de moscas-mosquitos que te atacan por decenas o centenas (y no exagero) en los amaneceres y atardeceres. Te hacen la vida imposible porque te rodean. Ningún repelente es 100% efectivo y no te queda otra que encerrarte en un sitio con todas las puertas, ventanas, cremalleras o lo que haya que cerrar. Así que eso nos tocó después de cenar. Al hotel, desde donde vimos como nuestros vecinos germanos se encerraban en su autocaravana y empezaban a matar sandflies dentro de la misma. Ahora era nuestro turno, la revancha contra las sandflies llegaba a su comienzo...y esta entrada a su final.
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