Me levanto ansioso, miro el cielo, sol. Escucho el mar, olas pero no se oye un rugir como la noche anterior. Perfecto para ver ballenas, pienso. Preguntamos en el camping si se podía reservar desde allí, nos dicen que sí, así que le decimos que dos plazas para las 10.30. Aprovechamos el camping como dios manda: ducha, cargar baterías, desayuno en toda regla, cocinamos la cena y la comida para el siguiente día (el camping gas es una ayuda pero si sólo hay que calentar mucho mejor) y emprendemos camino hacia donde está ubicada la zona que gestiona el tema de ballenas, ya que en Kaikoura (como en casi todas las localidades medianamente grandes que estén en la costa de la isla sur podrás encontrar viajes para ir a ver (y nadar con) delfines, focas, albatros, etc. Cogemos ropa de agua ya que el cielo se ha encapotado y tiene pinta de llover.
Cuando entramos en las instalaciones vemos que algo no va bien, el barco de las 10.00 está retrasado y pendiente de la decisión del capitán. 15 minutos más tarde les informan que se cancela el viaje por las malas condiciones de la mar. A nosotros nos dicen que esperemos. 10 minutos más tarde nos dan la mala noticia que también se cancela y nos dicen que en dos horas y quince minutos hay otro viaje programado pero pendiente de confirmación. Decidimos irnos e intentar volver en próximas semanas.
Así que a falta de ballenas nos vamos a ver más focas a la zona de la península de Kaikora, una vez pasado el pueblo a unos 2 ó 3 kilómetros en coche. Nos encontramos allí con la mayoría de la gente que iban a ir a ver el tema de las ballenas. Hay una colonia de unas 30 focas desperdigadas por las rocas, gaviotas y algún otro pájaro (no he conseguido aún saber como se llama, es lo que tiene no poder conectarme a internet cuando uno quiere). El cielo empieza a despejarse y queda una mañana genial, así que yo decido subir a dar una vuelta por el camino que bordea la península y desde el que hay unas vistas de las montañas, del pueblo, playas y acantilados muy interesantes y casi de obligada asistencia. Como Rosa se ha quedado abajo decido no hacerlo entero y regresar a medio camino. Sé que volveré a Kaikoura, y podremos hacerla completa junto a alguna otra.
Respecto al pueblo, pues poco tiene que ver en cuanto a edificios, monumentos, museos, etc. Así que decidimos seguir camino, a pesar de mi tristeza por dejar ese lugar del cual podemos decir que me enamoré.
Cogemos la carretera hacia el sur dirección Christchurch. No nos apetece meternos en una ciudad hoy, así que miramos el mapa y buscamos alguna localidad costera con playa, que tan buen resultado nos han dado a la hora de alojarnos. Nos desvíamos unos 15 kilómetros de la carretera hacia la costa y llegamos a Montunau Beach, pueblo bastante feo, sin playa (bueno, lo que nosotros llamamos playa), pero con unos baños y unas mesas para comer bien xeitosas (apañadas, para los que no falen galego, yo no lo hago no muchiño ni poquiño pero algunas palabriñas coñezo), asi que la elección no es de 10 pero nos va a servir casi como un 10. En el pueblo, que debe ser de fin de semana para la gente de Christchurch no vemos a nadie en unas horas, así que entre eso (no hay posibles quejas) y que la señal de prohibido camping no afecta a donde hemos aparcado, nos quedamos tranquilos, leyendo, pasando fotos al ordenador, escribiendo, etc. Poco más podemos contar de este tranquilo pueblo. Bueno sí, enfrente, a un 1 kilómetro más o menos mar adentro tiene una isla declarada reserva natural por la existencia de una colonia de pingüinos y una totalidad de aves en la misma que ronda los 5000. Al pueblo se le podría declarar reserva de los mosquitos porque había alguno más que 5000, en particular en la zona de la playa (rocas) con marea baja donde me fui a ver el atardecer.
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