Tras nuestro rápido paso por nos encaminamos hacia el cercano Franz Joseph Glacier, mucho más famoso que su primo cercano. En este hay que andar 45 minutos (se puede hacer un poco más rápido) en cada sentido a través de una cuenca sobre la que antiguamente (no hace tanto tiempo) transcurría el glaciar, pero poco a poco el mismo va retrocediendo. Es un paseíto totalmente plano entre las montañas con alguna cascada en los laterales y con el siempre presente glaciar delante. Si bien, el Fox no me impactó, éste sí que lo hizo. Me quedé tonto mirándolo. Tal cantidad de hielo, la morena, como subía hasta los picos. Impresionante.
Esta era una de mis actividades planificadas, apuntarme a una excursión de un día y adentrarme dentro de las cuevas de hielo azul que hay en los mismos. Además, entraba dentro del presupuesto. Pero tras leer los folletos y la guía me entraron dudas, no se accedía a las cuevas salvo que cogieras un helicóptero que te dejaba en la parte de arriba. Problema, el de siempre, era caro. 320 dólares, demasiado para ver cuevas de hielo azul. Pero aún así el glaciar me llamaba y pensé en hacer una excursión de 8 horas (6 reales) que te lleva casi hasta la mitad. Pronto cambié de opinión cuando ví un grupo de 40 personas que subían. Demasiada gente. La verdad que es una de las cosas que le quita encanto al tema ya que lo mirabas desde abajo y veías que había más personas que en la feria de abril caminando por el glaciar. No sé, si volvemos por aquí seguro que la fuerza del hielo puede con la del bolsillo medio pelado (y se queda pelado del todo). Que la fuerza nos acompañe!
Muy cerca del glaciar está el pueblo con el mismo nombre, un poco más grande que la vecina Fox Glacier Township y con más servicios pero igual de cara. En la misma puedes encontrar los correspondientes alojamientos para todos los bolsillos, actividades de todo tipo (desde subir al glaciar, kayaking, caza mayor de alta montaña, vuelos por los Alpes, skydiving, etc. Para internet hay que pagar bien directamente en un ciber o indirectamente tomándote algo en algún sitio. En un centro que enseñan kiwis y algún animalito más (no recuerdo el nombre) 30 min por consumición pero la señal es lamentable.
Así que como el pueblo no tenía mucho que ofrecernos, cogimos carretera hasta que nos encontramos con el Lake Ianthe, donde había un sitio muy interesante donde dormir, así que tras la respectiva cena nos disponíamos a leer delante del lago cuando de repente vimos como se acercaba una nube. No era un avión, no era superman, eran los jodidos sandflies que olían de nuevo sangre humana y querían alimentarse a costa de nosotros, así que rápidamente nos fuimos al “hotel” a leer un rato. Cómo es lógico antes de dichos menesteres tuvimos que coger los pañuelos de papel y emprender una dura batalla contra los mosquitos. Cuando ya todo estaba en calma y estábamos leyendo, oimos un ligero ruido como el de un helicóptero dentro de la furgo. Un mosquito de patas largas. Muerto. Más lectura. Más zumbido. Otra muerte. Así durante un rato. Cuando decidimos dormir el zumbido no se iba, de hecho iba en aumento. No sabemos por donde pero ese día los mosquitos y las sandflies habían encontrado algún sitio por donde entrar en la furgo. Ya no había uno o dos o tres. Estaban entrando por decenas, así que a las 11.30 pm (hora en la que en NZ no queda nadie despierto en todo el país menos en Queenstown) tuvimos que ponernos en marcha con las ventanillas abiertas para que se fueran los jod...mosquitos y buscar un nuevo sitio. Esa noche aprendimos una lección. En la West Coast cuanto más lejos estés de un lago al amanecer o al anochecer mucho mejor para tu salud y seguridad corporal.
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